viernes, 28 de diciembre de 2012

Resiliencia, resistencia.

Estamos hartos de oír qué tipos de personalidad son los mejores para ser peores. 
Que si el estrés es malo para el corazón, que si estar triste deprime también al sistema inmunológico...
¿Pero y para estar sanos qué? ¿Para sufrir menos qué?
La conocida como hardy personality se refiere a un tipo de personalidad que estaría cerca de lo que nosotros conocemos como resiliencia y que, para no aburrir y modo resumen, se basa en tres atributos fundamentales: compromiso, control y reto.

Con COMPROMISO debemos entender que es necesario creer en nuestra "verdad", en lo que uno hace y lo que uno quiere. En luchar por aquello que queremos con una actitud activa y comprometida, es decir, IMPLICARNOS.

Asumir nuestro CONTROL también es importante para afrontar cualquier adversidad y en general para cualquier situación. Debemos asumir las cosas que nos vienen de fuera de la misma forma que nuestro poder para influir en ellas y cambiarlas.

El RETO se refiere a nuestra actitud hacia el cambio, a aceptar las variaciones (más que la estabilidad) como la normal general de la vida, por tanto, a saber aprovechar los cambios necesarios como algo bueno y como posibilidades de aprender. Es decir, ser muy tolerantes a la incertidumbre.

Así que hala,ya sabéis, menos lechuguita y gimnasio y más perseguir lo que uno quiere, sabiendo que puede hacer cosas para conseguirlo y que los cambios necesarios, buenos serán.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Durante un instante.

Él finalmente se dio cuenta de que sólo podía mirarla de lejos.
Decidió quedarse con su ropa, para que pasara frío.
Decidió quedarse con sus zapatos, para que caminase incómoda.
Decidió negarle la conversación, para que no pudiera expresarse.
Decidió hacerla sentir invisible cuando estaba delante de ella, para que sintiera que nadie podía verla.
Decidió atraer a sus amigos, para dejarla sola.

Y ella se quedó lejos, desnuda, descalza, muda, borrosa y sola.
Durante un instante.

Resultó que tenía la ropa de invierno guardada.
Resultó que le gustaba caminar descalza y después se compró unos zapatos mejores que los que tenía antes.
Resultó que hablaba y todos querían escucharla.
Resultó que ella era tan "visible" que atrajo nuevos ojos que querían mirarla.
Resultó que no hubo tales "amigos" que la dejaran, porque sus amigos nunca la dejaron sola.

Y ella se quedó lejos de él, pero cerca de los suyos.
Desnuda, pero arropada por otro cuerpo desnudo. 
Descalza a ratos,porque le dolían los pies de tanto andar.
Muda porque a veces le sobraban las palabras.
Borrosa ante los ojos de él, porque cada vez la tenía menos.
Y ¿Sola?
No,sola nunca estuvo.

lunes, 22 de octubre de 2012

De luces

No vamos a hablar de estrellas, que suena un poco moña.
Vamos a hablar de personas; o de cosas; o de lo que cada uno quiera.

Hay "cosas" que para aprender a brillar por sí mismas necesitan dejar de recibir luz de otras cosas, verse de verdad a oscuras para darse cuenta de que necesitan luz.

Hay otras cosas que han brillado tanto para sí y para iluminar a otras cuando lo han necesitado, que han acabado gastándose.
O eso creen...
¿Yo? Yo creo que a todos nos apetece estar a oscuras a veces, o llevar gafas de sol, porque la luz también molesta.
Yo creo que un día vemos una luz que nos atrae y nos recuerda en cierto modo a la que desprendíamos nosotros. 
Creo que entonces nos apetece brillar, pero con un color diferente. 

Y ya está.


martes, 18 de septiembre de 2012

Stop&Stare

Supongo que habrá quien piense que pierdo el tiempo por recorrerme media ciudad en vez de coger el autobús.
Que soy infantil por emocionarme con películas de Disney.
Que estoy loca por coger el camino más oscuro hasta casa para estar más sola, porque me apetece.
Que soy una ilusa por escucharme a mi misma y dejarme llevar.
Que soy una inconsecuente por cogerme pataletas "sin derecho" de vez en cuando.
Que soy idiota por a veces volver por el barrio "chungo" para observar y ser más consciente de la suerte que tengo.
Que soy una pesada por poner diez veces seguidas la misma canción.


A todos ellos: ojalá pudiérais ver, percibir y oír lo que miro,siento y escucho yo.

lunes, 17 de septiembre de 2012

2day.




¿Lo que más me gusta de ti?

Quizás sea que sólo a través de tus ojos he visto lo que soy capaz de conseguir.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Throwing away my breadcrumbs.

¿Conocéis esa sensación de orgullo y de mirarse al espejo y querer aplaudirse y auto-hacerse una reverencia? 
Yo no suelo experimentarla mucho, como buena virgo, pero llevo una racha de horas entre anoche y hoy en la que me siento "realizada" y necesitaba compartirlo.
Creo que estoy aprendiendo a utilizar mis talones de Aquiles como armas de fortaleza en vez de de destrucción y llevo metida en esta lucha inútil no sé...desde que tengo uso de conciencia. De conciencia de que compadeciéndome sólo me perjudico.
Una vez, una persona a la que admiro me dijo que no podemos pretender tomar decisiones sin asumir las consecuencias que estas traen y que ese era mi mayor problema en aquel momento.
Tomar decisiones siempre implica "destomar" otras y esto es lo que más miedo nos da, lo que dejamos sin tomar o el equivocarnos al decidir. Coger el camino que no es, básicamente.

No me cansaré de decir que una persona jamás deja de aprender en toda su vida y yo, como tal, a mis 25 añitos (o añazos, según se vea) creo que aprendo un poquito de algo absolutamente todos los días.
De lo que más aprendo y de lo que más me cuesta, además, es de mi misma. De mis pros y mis contras, de mis exageraciones, de mis tropiezos con la misma piedra, de mis ilusiones, de mis miedos y de mis aspiraciones.
Y días como hoy, tapo un poco los contras con los pros, me río de mis defectos y me dedico a aplaudirme, porque de vez en cuando viene bien y porque creo que me lo merezco.

Yo odio decidir. Odio decidir por lo mismo que he dicho antes. Porque escoger un camino implica a veces dejar otros. Y a veces el otro camino es bastante más cómodo y seguro. Pero no sé porqué, no hace mucho que perdí el miedo a equivocarme. Algunos lo ven como masoquismo o irresponsabilidad. Yo lo veo como una liberación. No tengo miedo a sufrir, porque se teme sobre todo a lo desconocido y yo sufrir, ya he sufrido. No me es algo que vaya a pillarme de nuevas. De lo que tengo miedo es de no darle a nada el poder de afectarme. Eso es muy triste.
Llevo un tiempo caminando por un sendero de estos hechos a mala leche. Lleno de piedras, con tormentas de vez en cuando, con viento, con bichos...y lo peor de todo, es que antes de meterme vi un letrero en el que me advertía de todo esto. ¿Por qué me metí? Porque algo me impulsó a hacerlo y ese "algo" creo que es una cosa a la que deberíamos hacer mucho más caso del que le hacemos. Porque yo he dejado de ver las piedras como molestas. Algunas las cojo y me las quedo porque me gustan, otras son tan feas e insignificantes que directamente les pego una patada y las quito de en medio y cuando alguna no la veo y me meto el hostión, me río, porque siempre me ha hecho gracia caerme. Y si me duele, me pongo Betadine, que para eso llevo mi kit de emergencias.
Respecto a las tormentas, siempre me han gustado, y ahora he decidido dejar el paraguas en casa porque es inútil con el viento y aprovecho la lluvia para quitarme el calor y para sentirme como en casa, cantando bajo la ducha. Oh yes.
El viento me sirve para secarme y porque, según la dirección que lleve, me hace ir más lento o más despacio y yo a veces no sé qué ritmo llevar.
¿Los bichos? Los bichos si no me molestan los paso de largo. Si me molestan, los elimino, que para eso soy más grande.

Estoy entretenida.
No os niego que a veces me desespero, porque hay días que quiero andar rápido porque estoy cansada y el viento me viene de frente y me ralentiza. Me frusto, me enfado y me convierto en pera, pero al final acabo andando despacito y disfrutando del paisaje. Y lo curioso es que con el tiempo me he dado cuenta de que cuando voy más despacio, disfruto más de las cosas, me duelen menos las piernas, me canso menos y casi siempre encuentro algo nuevo por el camino.

Ponedme piedras, que truene y que llueva, y que nieve, que siempre he sido de invierno. Me da igual. Si en algún momento tengo que darme la vuelta, lo sabré. Desde luego, no es ahora.  
No tengáis miedo de saber lo que queréis y no os engañéis autoconvenciéndoos de que queréis otra cosa. 


PJ.






viernes, 7 de septiembre de 2012

Lifening




"Las mejores decisiones en la vida se toman con la razón en el pecho y el corazón en la cabeza."

sábado, 25 de agosto de 2012

The fighter

- I just woke up one day and I knew. 

- Knew what? 

- I knew that I had to fight. But fighting is not always just a battle with the other, but with yourself too. I found out that fighting also means waiting, it means searching for the right moment for the "battle", it means arming yourself with a shield, but knowing that you can get hurt anyway. When you accept this, you wait for the battle to come, no matter how long it takes. 

- And how can you know it´s worth it,fighting? 

- Because you never really had a doubt about that, I mean... we don´t always choose to fight and you did this time. If you fight to death, there´s always something you can win, but you may not be aware of that yet. If something makes you want to fight for it, it means that you´ve already won...in one way or another.

domingo, 19 de agosto de 2012

In repair

Pasa que no quiero pasar más rato tumbada mirando a ninguna parte,
buscando un horizonte pero sin ganas de encontrarlo.
No quiero, pero pasa.
Y pasa que miro al techo y pienso en nada pero en todo a la vez,
en tanto, que mi mente es incapaz de seguir el ritmo.
Miro el reloj a ver cuánto tiempo ha pasado y vuelvo al techo.
Y vuelvo al reloj.
Y vuelvo al techo.
Y pasa que el aire me pesa cuando respiro,
que me pesa el mundo y sus circunstancias,
Sus idas y venidas, sus quiero y no puedo, sus tal vez mañana...
Pasa que tengo frío.
Pasa que siento tanto que no puedo sentir nada.
Pasa que quiero volver a entonces, 
cuando cada día era una aventura,
Cuando no buscaba nada, cuando todo aparecía.
Pasa que pasa el tiempo y que lo que quiero es que pase,
Pasa que no siento que lo esté perdiendo aquí tirada...
porque no puedo perder nada sin haberme encontrado antes.
Pasa que el camino fácil no existe, porque no hay furia contra quién usarse.
Pasa que hay que vivir con los "¿Y si...?".
Pasa que puedo, pero no quiero.
Pasa que hoy no decido,simplemente nada, porque dudo que acertase.
Pasa que me siento sola pero no lo estoy
Pasa que ya no queda más de ayer,
que sólo me queda empezar mañana.
Pasa que me canso, pero pasa que sigo adelante.
Pasa que no busco que pase nada,
y que lo que tenga que pasar...que pase.

viernes, 17 de agosto de 2012

No decía palabras

No decía palabras,
Acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Una hoja cuya rama no existe,
Un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
Remonta por las venas
Hasta abrirse en la piel,
Surtidores de sueño
Hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
Una mirada fugaz entre las sombras,
Bastan para que el cuerpo se abra en dos,
Ávido de recibir en sí mismo
Otro cuerpo que sueñe;
Mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne;
Iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
Porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.


                                                                                            Luis Cernuda
                                                                                          (De Los placeres prohibidos)

martes, 14 de agosto de 2012

De príncipes, princesas y ranas.

¿Cómo sabemos si una persona es un amigo de verdad? 
Conozco gente que piensa que la única forma de reconocer a un amigo es conforme pasa el tiempo y sigue estando ahí, para lo bueno y para lo malo. Sin embargo, otras personas están más de acuerdo con la idea de que un amigo no se hace por cuantas experiencias comparta contigo, sino por la intensidad de dichas experiencias.
Yo, sinceramente, he pasado por épocas de inclinarme más por una opinión que por otra. Ha habido personas que me han demostrado muchísimo en muy poco tiempo y sin embargo otras que conozco desde hace siglos y se han convertido en amigos por la cantidad de cosas que hemos vivido juntos. También es cierto que hay personas que conoces de toda la vida y te llenan menos que un polo de limón...
Hoy en día, sigo sin saber muy bien qué me parece más cierto. Creo que, para variar, depende de la persona. He cometido el error de creer que había encontrado amigos por vivir experiencias fuertes con ellos y de repente han desaparecido. Sin embargo, hay otros que siguen ahí y me siguen demostrando que son amigos con todas las letras.
Sinceramente, creo que lo de la intensidad de las experiencias es una idea un poco romántica. Estoy de acuerdo en que pasar por ciertas experiencias fuertes une mucho más a la gente que quizás un año lleno de "nada", pero si algo he aprendido con el tiempo es que una persona siempre es más de lo que aparenta, aunque sea en simpleza. 
Las personas son los bichos más predecibles y a la vez impredecibles del planeta. Son jodidamente simples para algunas cosas y tremendamente complicadas para otras. 
Hay algo que tengo claro, sólo puedes empezar a "predecir" o a esperar algo de alguien con el paso del tiempo. Tengo amigas que conozco desde los 3 años y siguen sorprendiéndome en ciertas reacciones. ¿Cómo no iba a sorprenderme alguien que conozco desde hace un par de años, por ejemplo?
Yo creo que hay una especie de componente algo mágico que se da entre personas, pocas veces. Hay quien lo llama "feeling". A mi me parece que esa palabra sólo sirve para describir una parte de ese componente. Yo creo que es una chispa extraña, una especie de conexión que se da entre dos personas y que las hace estar más unidas que otras en un período más corto de tiempo. Por supuesto no me refiero a nada relacionado con asuntos de amor, aunque también ocurra en ese terreno.
Creo que hay gente que simplemente tarda mucho menos en "entenderse", gente que en unos meses es capaz de mirar a otra persona y saber qué está pensando o cómo le ha sentado algo que acaba de ocurrir. Esta conexión me parece una de las cosas más fascinantes de las personas y no deja de asombrarme y hacerme sentir especial cada vez que me ocurre con alguien.
Sin embargo, el que alguien sepa que te ocurre algo no implica que vaya a intentar ayudarte. O más bien, intentar ayudarte el primer mes de conocerte no implica ayudarte cada vez que note que te pasa algo. 
Una amiga me dijo una vez que cuando conocemos a alguien siempre damos lo mejor de nosotros mismos, pero que cuando pasa el tiempo y sabemos que "tenemos" a esa persona, nos olvidamos un poco del tema y simplemente "somos". Una expareja mía hacía alusión a esto también y lo solía llamar "modo conquistador".
Y así es, cuando conocemos a alguien que nos interesa (ya sea como amigo, como pareja, como jefe...)nos convertimos en príncipe azul. Exprimimos al máximo nuestras mejores cualidades para demostrar a la otra persona lo genial que sería que nos tuviera en su vida. Después llega el momento rana, porque seamos francos, los príncipes y las princesas para las películas Disney. Llega un momento en el que sabemos que esa persona nos ha "aceptado", y a partir de ahi, no es que lo hagamos conscientemente, sino que de manera automática empezamos a relajarnos y a ser menos cuidadosos con lo que piense la otra persona de nosotros. Aquí es donde sale la persona de verdad y esto sólo aparece con el tiempo.
En mi opinión aquí es donde reside el fracaso de muchas parejas. Y bueno, también de muchos amigos, aunque es menos acusado. 
¡Señores! Hay que cuidar a la gente siempre, no sólo al principio. Al principio hay que ganársela, después hay que conservarla. Si las plantas, con raiz, tallo y poco más, necesitan de una temperatura y de ser regadas, imaginaos las personas con lo complicadas que somos. Una jarrita de agua no pesa tanto, regad a las personas. Un "te quiero", un besito, un abrazo, una caricia, un detalle porque sí, una escapada, un día sólo para ella, una cerveza, un viaje, un paseo, una llamada, un mensaje divertido...¡Yo que sé! Hay mil formas de hacer sentir a alguien especial, hay formas que no nos cuestan nada.
Parejas: un "hoy sólo tú", una imagen un poquito más atractiva aunque sea domingo y compartáis casa, una vuelta atrás, un "no dar las cosas por sentado", un "tú quédate ahí que hoy te cuido yo", una sonrisa.
Amigos:  un ratito sólo para los dos, un regalito porque sí, un "no sé qué haría sin ti" bien dicho, un "hoy no te quedas en casa porque yo lo digo"....

Hoy mi paranoia mental va para mi palomita, que está lejos de casa, sin vacaciones y con fiebre la pobre mía; porque es una de esas personas que vive siempre en "modo conquistador", porque estoy enamorada de su sonrisa y de su forma de cuidar a las personas absolutamente todos los días y porque verla "crecer" de la manera en que ella sabe, es una de las sensaciones más bonitas que voy a sentir en la vida. 

Lo dicho, ¡A quererse!

miércoles, 8 de agosto de 2012

A helping hand...

Estamos hechos de experiencias y de otras personas. Eso es así. Así de fácil y así de difícil.
Somos un mazacote de barro con algunos trazos, que va tomando forma según lo que vivimos y según quién se nos cruza por el camino.
Hoy escribo sobre este tema porque creo que existe gente maravillosa por ahí merodeando, que lo que hace desde hace tiempo es eso: merodear. Sin ningún rumbo. Y ese rumbo lo cambiaron experiencias y personas.
Dentro de cada uno de nosotros hay un puñadito de ilusiones y de metas que se van forjando con el tiempo y van haciéndose más claras conforme crecemos.
Las experiencias que tenemos pueden darles más forma o desconfigurarlas totalmente.
Creo que estamos hechos para ir a lo cómodo, para no arriesgar demasiado, pero a la vez hay momentos en la vida en los que uno siente el impulso natural de dejarse llevar a ciegas. Una vida sin esto carece de emoción, se vuelve aburrida y acaba quemando a cualquiera.
Muchas veces nos vienen períodos de estabilidad, períodos en los que estamos al 100% con nosotros mismos, y por tanto, podemos estar al 100% con los demás. El momento más claro para ver esto es cuando estamos en una relación estable. Nos sentimos plenos, pero a la vez sentimos que una parte de nosotros la tiene la otra persona y esto no nos da miedo, es algo que nos hace sentir especiales, cómodos y confortables. Todos nos hemos imaginado un futuro con esa persona, no hay quien no lo haya hecho, o sino, dejadme que os diga, que nunca habéis estado enamorados de verdad.
Lamentablemente la vida da muchas vueltas y además le encanta ponernos a prueba. Creo que las relaciones no funcionan porque hay cosas que cambian fuera, que nos cambian por dentro y al confundirnos, necesitamos tantos recursos para volver a encontrarnos a nosotros mismos, que le quitamos a la otra persona aquel pedacito de nosotros del que antes he hablado. La otra persona nota que esa parte se ha ido, claro. Y el resto viene solo. En semanas, meses o incluso años, pero viene. Por muy acostumbrados que estemos a estar con alguien, por mucho vértigo que nos dé vernos solos y cambiar todo, si somos incapaces de entregar esa parte, todo termina.
Todos hemos terminado alguna vez. A veces porque nosotros hemos requerido nuestro pedacito prestado y a veces porque nos han quitado el pedacito de la otra persona. Todos nos hemos sentado al borde de la cama y hemos mirado a un punto fijo sin saber, por primera vez, hacia dónde vamos. Nuestra línea temporal del futuro (aunque sea ilusoria) que nos proporcionaba estabilidad, se rompe y se nos cae sobre los hombros. Nos vemos con un montón de ilusiones a pedacitos, de las cuales reconocemos algunas y otras no. Después de varios días, conseguimos levantar el tipo y empezar a andar, aunque sólo sea por sentir que seguimos vivos y todo nos dé un poco igual.
Pasan los meses y cada mes nos quitamos un poquito de peso de los hombros, pero gastamos tanta fuerza que somos incapaces de buscar algo con lo que crear una nueva línea de futuro que nos guíe.
Somos así, a veces no estamos "pa ná". A veces sólo queremos ser un ente abstracto que suple sus necesidades básicas. Con los meses vamos ampliando esas necesidades, y nos convertimos en entes abstractos que sólo tienen en mente que pase el tiempo y pasarlo bien, disfrutar de la vida (en un sentido vacío del término aunque todavía no lo sabemos). Nuestro día a día se basa en explotar nuestras aficciones, comer, trabajar (si podemos), calmar nuestras necesidades sexuales con quien se nos cruce y nos haga "gracia", explotar los lazos amistosos y dormir.
Normalmente después de esta fase llega una muy parecida en la que vamos recuperando parte de nuestros objetivos vitales pensándolos de forma individual y sin compartirlos con quien antes teníamos al lado. Redireccionamos, reestructuramos y nos sentimos satisfechos porque estamos "centrándonos". Retomamos una vida responsable, explotamos nuestras aficciones, comemos, calmamos nuestras necesidades sexuales con quien se nos cruce y nos haga "gracia" y nos interese un poquito, pasamos tiempo con nuestros amigos y dormimos.
Y de repente un día, la cosas cambian. Hay millones de cosas alrededor nuestra que pueden alterar este ciclo tan cómodo al que nos hemos acostumbrado de estar agusto-disfrutar-no surfrir.
Enfermedades, problemas con amigos, personas que nos descolocan, despidos de trabajo, accidentes, nuevos hobbies, relaciones familiares...es un campo de minas. 
Hay veces que nos topamos con cosas malas y ahí es cuando nuestro espíritu "emo" se apodera de nosotros, que ay por Dios! hemos sufrido taaaaaanto en la vida y nos ha costado taaaaanto llegar a donde estamos...damos lo que podemos, salimos del paso, aprendemos y con suerte todo vuelve a la normalidad. Otras veces el proceso se alarga.
También hay veces que nos topamos con cosas buenas, pero en nuestra situación, ver algo bueno más allá de lo placentero y de evasión todavía nos cuesta. Sobre todo porque lo que realmente merece la pena cuesta algún esfuerzo y seguimos sin estar "pa ná" ni "pa nadie". El ejemplo perfecto es cuando un día se nos cruza alguien que nos hace "gracia", pero más que para un día o para cuatro. Nuestra autoestima sube un pelín o directamente se pone por las nubes (depende del caso), nos apetece compartir ciertas cosas, disfrutar como antes (pero de vez en cuando con esa compañía), "enseñarnos" tal y como somos, preguntar sobre la otra persona, hacer nuevas cosas con ella. Eso sí,siempre teniendo claro que estamos íntegros, que entregamos nuestro pedacito a ratos. Compartir ciertas cosas puede convertirse en un proceso que nos acojona tanto que a veces necesitamos repetirnos en alto que somos egoístas (en el buen sentido del término) y que no tenemos que tener miedo de nada, porque pase lo que pase seguimos estando enteros. Seguimos diferenciando entre el yo y el tú. De yo contigo nada. Bueno sí...bueno, a ratos.
Esta fase es la más cómoda y por tanto la más larga y la que más nos cuesta traspasar. De hecho hay quien tristemente nunca lo hace. Y digo tristemente sin juicios de valor, no porque mi visión del mundo sea tener pareja, sino porque hay personas que tienen esa visión y nunca llegan a recuperarla por miedo. 
Hay algo que es cierto: la felicidad sólo es real cuando se comparte. Podemos compartirla con familiares, amigos, parejas...pero necesitamos compartirla. El problema es que a veces perdemos la capacidad de compartirla con quien queremos.
Yo he estado ahí, me he vuelto a sentir entera, he exprimido a mis amigos, lo he pasado increíblemente bien, he conocido mucha gente "pa un ratito", he dejado de pensar y me he dedicado a vivir.
Pero a mi también me ha "asaltado" alguna vez  alguien por el camino y me ha roto un poco los esquemas. Yo también me he preguntado qué sería de mi si me entregara entera otra vez y no a cachos. Luego he descartado la idea, porque la he visto un riesgo innecesario, además de que realmente no ha sido algo que me compensara.
El problema es que a veces sí compensa. No tirarse al vacío y volver atrás, a como éramos al principio, porque volver atrás es imposible. Pero muchas veces compensa entrar y caminar despacito, porque un día de repente estamos agusto en un sitio nuevo.
¿Lo difícil de esto? Que si compensa o no, no lo sabemos hasta que lo hacemos. Pensamos que es imposible, hasta que lo conseguimos. 
Yo creo que he o había entrado por fin en la fase de los pequeños pasitos. Me he cansado un poco de tener miedo, porque una vez que le he plantado cara, he descubierto que hay cosas de mi que siguen vivas, aunque las imaginaba muertas y enterradas. 
Y os animo, de verdad, a que no tengáis miedo, a que abráis la mente, a que no os cerréis a nada. Porque nunca, nunca jamás sabes qué es lo que puede pasar, ni hoy, ni mañana, ni dentro de 20 años. 
No esperéis a que un día de repente las ganas de compartir os vengan mientras estáis sentados en vuestro sofá y lo veáis todo claro. Eso no pasa, nunca. Si algo nos hace cambiar, son las personas.
Si algo nos hace replantearnos nuestros principios, son las personas. Si alguien nos quita el miedo, son las personas. Si alguien nos hace sentirnos vivos y mirar hacia el futuro y verle sentido, son las personas.
Os digo, por experiencia propia, que uno a veces sólo tiene que dar la mano y dejar que tiren un poco por él, que cuando a uno le dan un tirón demasiado fuerte y le duele el brazo, no tiene más que decirlo y seguramente, no sólo tirarán de él más despacio, sino que lo mismo hasta se lleva un masaje en el brazo. Dejaos mecer, que os dejen dormidos. Apagad un poco la luz roja de la cabeza y encender otra de un poco más abajo. Dejad un poco que pida el cuerpo, y a la cabeza dejarla calladita.

Dedico esta entrada a esas personitas que están a mi lado, que han sido valientes, pero la persona que tenían al lado no tanto. Porque no saben lo que se han perdido por querer correr y no saber ir despacito, ni querer intentarlo.
Y sobre todo te la dedico a ti, porque he estado exactamente donde tú estás y si algo hago, es comprenderte. Pero por eso mismo, no puedo evitar tirarte de la mano hacia delante, a paso de tortuga si hace falta, porque puede que me equivoque, pero creo que merece la pena. Y porque el miedo y yo ya nos llevamos bien, y quiero que veas lo estúpido que es, para que le mandes a la mierda tú también.

Haced caso al gran Charles Chaplin: "El tiempo es el mejor autor, siempre encuentra el final perfecto".

martes, 7 de agosto de 2012

Palabras vacías.


Momentos de esos que no entiendes nada.
Momentos en los que no sabes cómo te vas a despertar mañana. Si todo va a darte igual o no vas a soportar el peso de una mota de polvo.
Momentos en los que tu respiración pasa de modo automático a modo manual.
Momentos en los que el resto de tus actividades pasan de manual a automático.
Momentos en los que pierdes la conexión con lo que te rodea.
Momentos en los que no eres capaz de escuchar a nadie.   
Momentos en los que no hay nada que pueda interesarte más allá de otros momentos.
Momentos en los que estás sola y no quieres estar de otra manera.
Momentos en los que miras hacia dentro y quieres soltar una carcajada inmensa de lo ridícula que te sientes.
Momentos de esos que te pones a recordar y te das cuenta de que no comprendes.
Momentos en los que cualquier explicación no es suficiente.
Momentos en los que caminas mirando a ver si te encuentras contigo por el camino, porque hace rato que no sabes dónde estás.
Momentos en los que te contradices.
Momentos que miras con los ojos cerrados.
Momentos que te estremecen.
Momentos que quieres que acaben, pero no quieres irte.
Momentos que te dan a pensar una cosa.
Momentos que te la quitan.
Momentos en los que por más que buscas no encuentras la respuesta.
Momentos en los que algo te dice que sí y otra cosa que no.
Momentos que vienen a tu mente y les apartas la mirada.
Momentos que miras fijamente intentando ver dónde está el fallo.
Momentos y momentos llenos.
Y muchas palabras vacías.
No te preocupes, sólo duele cuando respiras.

sábado, 4 de agosto de 2012

¡Siempre diré que quiero una hija como ella!

Dos entradas hoy, pero no puedo evitar hacer mención a esta gran profesional. No cuando este país me da vergüenza un día más.
Un país en el que mentir te convierte en presidente del gobierno y decir la verdad te quita la posibilidad de trabajar con dignidad. 
Así nos va...
Estoy segura de que somos muchos los que esperamos verte y oírte pronto de nuevo.
BRAVO por tu trabajo, Ana Pastor.

What are you afraid of?

Hoy he comenzado el día escuchando un par de frases que me han hecho pensar. Y hablo de buen pensar, de ese pensar que, aunque te escueza un poco, sirve de algo.
La primera frase,curiosamente, la he visto en el nuevo anuncio de IKEA: "Empieza a cambiar pequeñas cosas y a descubrir que no son tan pequeñas". ¡Premio a los publicistas por todo el significado que alberga la frase!
Desde hace algunos años he intentado cambiar mi posición en la vida o la estructura general de todo a grandes pasos, y me he dado cuenta de que lo de "despacito y con buena letra" está genial a veces, pero otras es necesario armarse de valor y dar un paso en grande.A veces dar un paso en grande es la forma de, una vez que hemos llegado a la otra orilla, empezar a observar lo que hemos dejado por el camino en pasos pequeñitos. A veces duele tanto ver lo que dejamos, que seríamos incapaces de llegar a la otra orilla si nos dedicásemos a ir poquito a poco. Digamos que llegaríamos hechos un puré. Dar un buen salto, llegar al otro lado, disfrutar de las vistas y del aire nuevo y más adelante mirar hacia atrás e ir asumiendo poco a poco lo del camino, es a veces la mejor opción.
Sin embargo, he de decir que, quitando alguna vez en mi vida, soy más partidaria siempre de la opción de IKEA: ir poquito a poco y con pies de plomo. Ir despacito a veces desespera, porque es como si no notásemos el cambio, pero si somos un poquito pacientes, a la vuelta de la esquina siempre vamos encontrándonos con pequeñas cosas que nos hacen sentir mejor. 
El ser humano en sí tiene miedo de la novedad cuando es demasiada; solemos ir a lo cómodo, a lo que sabemos que nos va a ir bien, preferimos lo malo conocido que lo bueno por conocer. Hablo de la tónica general, claro, siempre hay excepciones; aunque en realidad yo pienso que cada persona tiene momentos de "Aquí me quedo" y de "Me lanzo al vacío". Creo que el cómo enfrentarnos a cada situación en la vida viene dado por las experiencias que hayamos tenido, y no por su número, sino por su intensidad. Siempre he creído que es una falacia eso de que cuanto más mayor, más sabes. Hoy en día la edad no es un sinónimo de madurez, conozco personas de 21 años más maduras que otras de 60. Todo depende de lo que vivas, de la intensidad de tus experiencias y sobre todo de los cambios que éstas te obliguen a hacer en ti. No hay nada más difícil y que implique más esfuerzo que la necesidad de cambiar uno mismo. Curiosamente, estos cambios en uno mismo requieren casi siempre de un proceso de "poco a poco". Por poner un ejemplo, no hay quien deje de tener miedo de un día para otro. Es cierto que de un día para otro puedo decidir que hago puenting, pero la mayor parte de nuestras experiencias vitales son algo más complejas que eso, sobre todo por el hecho de que implican a otras personas y no duran sólo lo que tarde en caer del puente.
Esto me lleva a la segunda frase que ha abierto mi día de hoy, que está relacionada con las relaciones, con las personas al fin y al cabo, porque no somos más que relaciones con lo y los que nos rodean. Prácticamente todo lo que hacemos, por pequeño que sea, tiene una consecuencia en alguien que esté cerca de nosotros y esto es algo que no podemos evitar y que, de hecho, no queremos. Hay momentos en la vida en los que pretendemos ser nosotros y ya está, quiero decir, nosotros con nosotros mismos, haciendo lo que nos dé la gana y dejando atrás a los demás. Sin embargo, antes o después se nos cruza alguien que nos hace querer ser "yo y tú", aunque sea un poco. Mi gran amiga Cris, hablando sobre las personas hoy, me ha dicho " ¿No será que tú esperas demasiado de la gente?" y creo que, en resumidas cuentas, ese es el mayor problema que me ha perseguido toda la vida. Respecto a familiares, amigos, parejas...no sólo yo, sino todos alguna vez cometemos el error de pensar que vamos a recibir lo que damos; y no hablo para nada en un sentido materialista, sino en algo tan simple como el hecho de creer que si somos buenos, serán buenos con nosotros. Pues he aquí la mayor verdad jamás contada: no hay nadie tan parecido y a la vez tan distinto a nosotros como la persona que tenemos al lado. Y esto quiere decir que si el de al lado nos importa un poco, le damos el poder de emocionarnos, de alegrarnos, de hacernos reír, de subirnos la autoestima, de hacernos cambiar. Pero de la misma forma le abrimos la puerta para que nos toque la fibra sensible, nos dé dolores de cabeza, nos haga daño...nos haga cambiar en otro sentido. Abrir un sentido sin abrir otro es físicamente imposible, a menos que consideremos a esa otra persona un trozo de carne con ojos y nos convirtamos en eso nosotros mismos cuando estamos con ella. 
Os dejo con una gran verdad que escuché una vez y me dejó marcada: "Enamorarse es darle a alguien el poder para destruirnos y confiar en que no lo hará". Ahí queda.

miércoles, 1 de agosto de 2012

De cerca.



Deja que pase el tiempo
como si no importase,
que cambie la luz que entra
negro, gris, azul...
deja que el tiempo pase.

Deja que cambie todo.
El sueño, la temperatura, el hambre.
Cierra los ojos, destruye la distancia,
deja que todo cambie.

martes, 31 de julio de 2012

La técnica del pestañeo

"Ojos que no ven, corazón que no siente" ¿Quién no ha oído o dicho eso alguna vez?. Últimamente ando echándole mucho "ojo" a esta frase porque como determinadas canciones, me dice una cosa distinta según el momento en que la lea. Y es que cuando los ojos no ven,a veces parece que dejamos de sentir (al menos con la misma intensidad) ciertas cosas. Creo que no me equivoco al decir que la mayoría de nosotros, al terminar una relación, buscamos de alguna manera aislar el recuerdo de esa persona mediante la lejanía. Parece que la distancia ayuda a que ciertas emociones vayan disipándose. Pero también es cierto que, al perder a un ser querido, por ejemplo, su ausencia hace precisamente que sintamos con más fuerza todo lo que nos recuerda a esa persona.A lo mejor es que la distancia "obligada" y para siempre tiene un sabor distinto a la que de cierta forma escogemos y sabemos que algún día podemos recortar (si queremos). En relación al "Ojos que no ven..." se me ocurren muchas frases parecidas, del tipo "No querer darnos cuenta de...", "No asumir que...", que en mi opinión vienen a ser lo mismo. Recuerdo en una clase de psicopatología como el profesor nos contaba varios casos que había tenido en su consulta de ceguera permamente. Para el que no lo sepa, la ceguera permanente, hablando mal y pronto, no es más que la aplicación del "Ojos que no ven..."por parte de nuestro cerebro como algo parecido a un chaleco antibalas. La mayor parte de las veces no escogemos libremente las cosas que se nos pasan por delante. Simplemente pasan y nosotros estamos ahí, con los ojos abiertos. Más de una vez nos topamos con algo que no sólo no querríamos haber visto, sino que directamente nos negamos a reconocer que lo hayamos hecho. Así es como a veces "no queremos darnos cuenta" de las cosas y nuestro cerebro es capaz de desconectar la conexión ojos-consciencia para evitarnos más de lo que nuestro "corazón" sea capaz de sentir. En el día a día hacemos bastante esto de "cerrar los ojos", lo que pasa es que lo llamamos "evadirse", "pasar del tema" o de alguien, "no hacer caso", "idealizar" algo o a alguien y un largo etc. En el otro lado estaría tener los ojos bien abiertos siempre, aceptar, analizar. Evidentemente esto no es siempre bueno, ya que no siempre todo requiere un análisis minucioso. Aquí es donde entraría el "dejarse llevar", o el "no pensar" que todos hemos perseguido alguna vez. ¿Cuándo debemos pensar y cuándo no? ¿Cuándo debemos tirarnos a la piscina con los ojos cerrados y cuándo debemos al menos mirar antes un par de veces desde el trampolín? Desafortunadamente dudo que haya alguien en el mundo que sepa la respuesta a preguntas como ésta. Y es por eso por lo que creo que, al igual que el ser humano (que para algunas cosas es listo)tiene el reflejo de pestañear, la vida se basa en aprender a desarrollar la "técnica del pestañeo": abrir y cerrar los ojos continuamente, siendo una cosa igual de necesaria que la otra. Mirar de refilón lo que apenas nos importa, pararnos y admirar lo que nos llene el estómago de mariposas hasta que nuestros ojos se quejen porque necesitan descansar, ponerle el bañador al miedo y tirarnos a la piscina de vez en cuando, tirarnos de cabeza, de "bomba"...aunque a veces caigamos "de panza" sin querer y escueza un poco, cerrar los ojos para escuchar una canción y olvidarnos de lo de fuera, abrir los ojos hacia fuera para olvidarnos un poco de lo que tenemos dentro, "ver" de verdad a quién nos hace sentir eso tan fuerte y no imaginárnoslo, preguntar y no inventar cuando creemos que en realidad estamos acertando, cerrar los ojos y coger la mano que nos ofrecen, dejar que nos lleve, aunque sólo sea por sentir la adrenalina de no saber dónde pisamos y porque quizás cuando vayamos abriendo los ojos nos hayan llevado a un sitio que no conocíamos, mejor de lo que esperábamos; aprender a aguantar la mirada fija a lo que intenta que bajemos la cabeza, respirar hondo cuando nos rete, pestañear, pero seguir mirando. Abrir y cerrar, cerrar y abrir, caminar y pararnos, correr y pasear, hablar y escuchar, perder y encontrar, aprender...pero sobre todo, disfrutar.