Después de todos estos años estudiando psicología y observando no sólo a mi misma, sino a la gente en general, he aprendido una cosa que, de simple que es, me toca los cojones y me apasiona igualmente.
Son las hormonas y no las neuronas las que realmente manejan el meollo del asunto.
Un fallo en las neuronas es una cosa más chunga, que generalmente se ve a leguas. Pero cuando se trata de hormonas, no.... no...aquí ya estamos a otro nivel. Las hormonas son otro rollo.
Si a las hormonas les apetece estar bien nos proporcionan seguridad, alegría, estabilidad, capacidad de razonar y tomar decisiones...
Ahora...dales un mal día y, no sólo te harán sentir una puta loca por convertirte en un ser bipolar hecho de una mezcla de osito mimosín y discípula de Satán, sino que si las dejas, tomarán el control de tu vida.
Medicación:
(Sobre todo para las mujeres que, como yo, se encuentran en esos días)
- No las escuchéis. La hormona nunca dice la verdad. Os diga lo que os diga y por real que parezca, olvidadlo.
- Evitad tomar decisiones durante estos días. Postponedlas.Si no, probablemente diez días después querréis deshacer muchas cosas..lo cual es a veces posible. Otras veces,NO.
- Cuando vuestra percepción de la vida comience a parecerse a un capítulo de Dawson Crece, llamad a una amiga (preferiblemente que no esté ovulando) y pedidle su perspectiva de las cosas. Haced caso de esa perspectiva.
Le dedico esta entrada a mi amiga Cris, por devolverme esa perspectiva cuando las hormonas se apoderan de mi.
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